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“Soy quien soy.
Una coincidencia no menos impensable
que cualquier otra.”

Wislawa Symborska

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20 Jun 2016

La diosa del SIDA

Post by Rowena Hill

2000, inédito

Inventar dioses no es, a primera vista, función de trabajadores sociales; pero existe un caso en la India donde esa combinación parece haber dado buenos resultados. Cuando oí hablar de un templo de Aidsamma, la ‘Madre del AIDS’, imaginé un fenómeno popular, orgiástico, parecido al culto de ciertas figuras de los altares de María Lionza. La realidad, cuando logré convencer a unos amigos que me llevaran a conocer el lugar, resultó ser bastante diferente.

Llegamos a un pueblo pequeño, Menasikyathahalli, a unos 45 kilómetros de Mysore, rodeado de arrozales y cocoteros. Preguntamos por el templo, y nos señalaron el liceo. Al lado están dos pequeños templos, de Mariamma y Huchamma, las diosas pueblerinas de las pestes y de la locura. El ‘templo’ de Aidsamma es un piedra bajo un árbol, pintada de blanco (‘la luz’, nos dijeron) decorada con una doble silueta en negro (‘la oscuridad’), de un hombre/mujer, y el dibujo, parecido a un mandala, del virus HIV en la mitad de la cabeza. La palabra ‘cuidado’ en kannada esta escrita varias veces sobre la imagen.

El responsable de este fenómeno es un joven llamado H.N.Girish, alto, buen mozo y sonriente. Tiene experiencia como trabajador social en otros lugares, ahora es maestro de este liceo (donde asisten los muchachos varones de varios pueblos del distrito), y le impactó mucho el suicidio de una pareja del pueblo a raíz de la persecución a la cual fueron sometidos cuando se descubrió que sufrían de SIDA. Preguntamos cómo llegó la enfermedad a este lugar tan tranquilo y apartado. Es que los hombres tienen que ir a veces, cuando se acaban las cosechas, a buscar trabajo en Bombay; y además, la policía invadió y destruyó un campamento de burdeles cerca de Mandya, y las putas se dispersaron por todo el distrito, llevando su infección. Existen otros casos en el pueblo.

Girish quiso hacer algo para crear conciencia, para que la gente aprendiera a protegerse, y a tratar humanamente a los enfermos de SIDA. Y para que los ya afectados, de HIV o de SIDA, tuvieran un centro donde acudir para saberse comprendidos y poder compartir sus experiencias y sus penas con otros en la misma situación. Se le ocurrió que sólo la presencia de una diosa, y la fe en ella, pudiera crear el espacio de compasión y alivio que el quería ofrecerles a las víctimas de la terrible enfermedad, y ‘creó’ a Aidsamma, pintando, hace mas de tres años, la piedra con la silueta.

La reacción inmediata fue positiva y la gente empezó a llegar al templo de los pueblos cercanos y de más lejos. Pero surgió una fuerte oposición en el pueblo. A los fieles hindúes no les gustó que se utilizara la religión de esta forma. A los padres de liceales les parecía que ese maestro estaba corrompiendo a sus hijos con hablar de sexo. Una banda de hombres vecinos destrozó el templo.

Poco a poco Girish ganó el respeto de todos con una campaña de trabajo social de otro tipo, ocupándose sobre todo de limpieza del pueblo, y entonces pudo volver a hacer su centro. Ayudo también el apoyo de amigos periodistas. Ahora los autobuses que pasan por el pueblo se paran delante del templo para que los pasajeros pidan la bendición de la diosa. Todas las semanas, el viernes, se le rinde culto. Acuden siempre personas que buscan ayuda; muchos también que simplemente quieren conocer. Un ingeniero de otro estado vino para buscar una esposa con su misma condición de HIV positivo, y Girish se la estaba consiguiendo; pero resultó ser ilegal que personas contagiadas por HIV se casen, aun cuando se esterilizan, y tuvieron que desistir del propósito.

Girish, y los otros maestros del liceo que lo apoyan en el proyecto, insisten en que su centro es un ‘templo científico’. En las paredes del liceo, al lado de la imagen de la diosa, no se encuentran escritos mensajes de las sagradas escrituras, sino, en kannada e inglés, los datos que hay que conocer para vivir libres de SIDA y ayudar a sus víctimas: los síntomas de la enfermedad, cómo se contagia. Se insiste en que el SIDA no es una maldición, no se contagia sin causa física específica. No hay sacerdotes, sino los mismos maestros y los muchachos del liceo, todos bien informados, dispuestos a impartir conocimientos y consejos. Los ritos combinan ofrendas a la diosa con la discusión de la enfermedad. Girish quería sustituir las frutas y flores de costumbre con condones para las ofrendas, pero decidió que podía provocar la rabia de sus opositores. Los devotos – enfermos o no – hacen un juramento, prometiendo no tener múltiples parejas, ser sinceros con la pareja que tienen, compartir los conocimientos adquiridos sobre el SIDA, y tratar con compasión a los enfermos de SIDA y HIV.

¿Cómo entonces, entre tanta racionalidad, queda la religión? Según Girish, es la parte emocional. La víctima del SIDA necesita de fe, de consuelo, y la diosa se los puede proporcionar. El tema del SIDA evoca fuertes emociones, como se aprecia en los cuadros hechos por estudiantes de la escuela de arte de Mysore en el ‘museo’ del liceo: imágenes de demonios cachudos, culebras con jeringas, fauces, calaveras con hojillas y jeringas en las órbitas, mucha pintura roja. Girish quiere crear una ‘fobia’ alrededor del tema y utilizarla para atraer la gente a Aidsamma, como por siglos han acudido a Mariamma para protegerse de las pestes. Y su estratagema ha funcionado. Aidsamma ha entrado en la psiquis del pueblo. Vienen también los sanos para pedirle favores, tienen la foto de la piedra en sus casas; pero Girish se ha negado a hacer otras piedras para otros pueblos donde no podría controlar el culto.

La pregunta evidente es: ¿podrá seguir controlando el culto? La religión popular tiene sus propias leyes, y Girish hizo a Aidsamma por analogía y afinidad con las antiguas diosas de los pueblos. Los aspectos más ‘civilizados’ del nuevo culto son la confesión, donde la víctima le cuenta a la diosa como se infectó y pide perdón por su error, y el alivio que siente, la ‘libertad mental’ (como dijo un devoto) que goza después de hablar, muchas veces por primera vez, de su condición con otros devotos.

Otros elementos son los tradicionales de siempre. Varias veces ya los devotos han querido sacrificar animales a la diosa, pero Girish (‘al fin y al cabo soy maestro de ciencias’) no lo permite; siguen ofreciendo frutas y leche. Le piden protección a la diosa y si ya están enfermos piden la ‘longevidad’. Saben que el SIDA es incurable, pero aun en el templo científico piden milagros. Uno de los amigos que me acompañaron, el periodista Rafeek Uppinangadi, sospecha que los más desesperados entren en un estado parecido al trance; se identifican con la diosa que es la personificación del SIDA y se convencen de que ‘ella ha venido a mi cuerpo y yo moriré con ella dentro de mi’.

Girish no quiere saber nada de esas ‘experiencias cumbre’. Son complicaciones que su ciencia no prevé. Pero el SIDA aumenta todos los días en la India y en ese distrito en particular, y la gente quiere más templos de Aidsamma.  ¿Ella se liberará y ira proliferándose, otra Kali para nuestra época, por todo el país?

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