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“Soy quien soy.
Una coincidencia no menos impensable
que cualquier otra.”

Wislawa Symborska

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POEMAS DEL HAMBRE
12 Oct 2021

POEMAS DEL HAMBRE

Post by Rowena Hill

EL HAMBRE

Desde la raíz del mundo
se confunden hambre y deseo

-quien come se propaga -,

la flecha de las mutaciones

arrastra los más frágiles

a las bocas mejor armadas.


En el pozo del tiempo

crujen braman gritan

los desechados hambrientos.

Por qué no se nombra la crueldad

entre los pecados capitales

el mayor de todos?

Será porque se presiente

su intimidad con el hambre

condición absoluta del ser?

El ladrón que apuñala

lo justifica por su necesidad,

el tirano que provoca la hambruna

por el afán de acaparar presas

platos para su hambre sin fondo

de sometidos.

Todo el cuerpo se encoge

menos el cráneo.

Endurece como una roca,

se balancea como una ballena

en un mar turbio.

A veces una barriga de niño

también se hincha y petrifica.

Han comido desde dentro

sus propias carnes,

no son ni hombres ni mujeres,

armaduras apenas recubiertas

de cuero barato,

montajes de estacas

mal articulados.

Al viejo sobre el féretro

le alinearon las extremidades

le inflaron el rostro,

igual está muerto

sacrificado a los apetitos

de tiranos trogloditas.

Este viejito tiene tres años,

sus pieles son fofas como elástico vencido

los brazos son palos estériles

los piecitos inertes

los ojos opacados, no ven nada,

no quiere nada.

No hay leche ni sopa que lo salve.

Perfecta nació la niña,

estaba abrigada en mi vientre

alimentada por mi sangre.

Una vez sonrió.

Ahora está a la intemperie

de incomprensibles escaseces.

Qué valgo yo que sólo puedo

verla menguar

como un pajarito cuando la madre

abandona el nido?

Estoy aquí, la aprieto

contra mi seno desierto.

El corazón no resiste

acompañar las víctimas,

se encalambra.

Más allá de las barreras que levanta

para excluirse

oye chillar rugir

las bestias famélicas

incubadas en sus cuerpos.

Dos noches con sus días

defendiendo el puesto en la cola,

las bolsas vacías apretadas

contra el estómago vacío,

la esperanza agotada

por la espera.

Y al final los anaqueles vacíos,

sólo queda nestea.

Las conchas de cambur en la calle

marcan los sitios donde los paseantes

consumieron su breve almuerzo.

Otros buscan en los basureros

algo para llevar a la boca

rescatable entre lo podrido,

competiendo con los zamuros.

Las carcasas de pollo

sirven para achicharrar hasta sacar

la última gota de grasa

para lubricar las comidas

como el aceite quemado que mantiene

en marcha los motores.


Grrrr….


Al ogro maduro

se le ha hinchado la barriga

con las vidas que traga

macerándolas en los jugos

de su desprecio y su arrogancia.

Patean las paredes de su estómago

fetos desesperados que se ahogan.

Él es una morgue ambulante.

Entre los cuerpos hacinados

si alguno todavía apenas respira

¡que lo explote!

aissamí: en dialecto local,

manos sucias, estrangulador.

Los niños desfallecen, no importa,

a él le llegan sus exquisiteces

por vías alternas.

Que se cierre la frontera de su cuerpo,

se le atranque la garganta

en los banquetes,

que sólo trague miseria.


Decreto como justicia divina:

será el león Danko que en la otra vida

condene al pequeño jorge,

durará eternamente

el instante en que los colmillos

penetran el tierno cuello

y las garras rasgan el pecho.

De igual forma la elefanta Ruperta

se ocupará de delcita,

por siempre el peso de la pata

mantendrá fresco el suplicio

del cráneo que se fractura.

Podría ser vice versa.

Por los siglos de los siglos.

Dios nos lo dio

con su cabello de capo

en la cabeza cuadrada

sobre un polo de la corrupción,

con sus manos que manejan el mazo

y jalan las cuerdas de tráficos oscuros

que vacían las despensas de los pobres.

Que dios se lo vuelva a llevar,

o mejor el demonio.


Se han regalado un juguete

un país con sus ciudades su campo,

sus interconexiones.

Se interpelan alegremente

sobre las maneras de desmontar

los engranajes, los surtidores

y quedarse con el material.

Venezuela es su mascota

una familia de mascotas

que ya no recibe alimento

– demasiao caro, hermano! –

Al fin y al cabo no es pecado

si muere el pueblo de hambre,

son sólo animales.

Ellos son espirituales.

Nuestro cielo está tapado

por una niebla espesa como pan podrido,

la luz apenas cuela;

nos movemos en un tablero

sobre piedras tan pegadas

no queda resquicio donde brote

una brizna de verde.

Dónde aparecerá

la mano, espada, pluma

que reviente las fronteras

de esta cárcel?

Del cielo lloverán

a gotas baldes tanques

harinas y granos,

del suelo surcado

manarán café y azúcar,

brotará leche a borbotones,

por tierras reverdecidas

desfilarán las reses

ofreciendo sus carnes.

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