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“Soy quien soy.
Una coincidencia no menos impensable
que cualquier otra.”

Wislawa Symborska

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La India
6 Nov 2021

La India

Post by Rowena Hill

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LA INDIA

La mayoría de los poemas que siguen está incluidos también en los libros publicados y el primer diario de viaje. Aquí representan un registro completo de mis ‘poemas indios’ en español.

Raga

Ramas gruesas se destacan
con algunas hojas secas
colgando sobre el caliente azul del mediodía,
pasan mujeres de sari rojo,
un fuego se extingue entre cenizas,
surgen rocas del polvo
al lado de un templo destechado
(también los dioses caen en desgracia),
tres niños elevan una cometa
sobre arrozales frescos:
escena agridulce,
modo mayor-menor,
primavera-otoño y otoño-primavera,
permanencia-precariedad
escrita en una sola palabra.Este es el umbral
entre la oquedad que se recorre
en busca de los decretos del viento
y la malla vegetal
del amor.

Toro, Luna

Hoy, día de sol suave
casi en el solsticio
me eché en la cálida hierba
miraba las nubes
y se acercó la madre.
Tierra de mi tierra, decía,
y ramo de mi memoria,
por querer compartir mi dolor
tu dolor pesará menos,
tus ojos serán más hondos…
El toro fue su primer hijo:
piel oscura y una luna en la cabeza,
hijo amado, amor de su lecho,
semilla de fuego en su mente
después del sacrificio,
siempre y siempre lo pare
y lo va buscando.
Ahora sé quién eres,
toro joven, y porque te quiero.
Tú fuiste a quien busqué
por las calles inundadas de luna
mientras los perros latían y el eco
crecía en los muros de una ciudad perdida.
Tú fuiste a quien encontré
en el caos del gozo.

Nataraja

El bailarín en el circo del corazón
mueve las extremidades como una araña
retorciendo su hilo de luz.

A veces, sí viene él

Cae la cortina
(tela gastada o nubarrón de tormenta)
y allí está:
ojos que penetran como peces
profundidades bermejas de mar,
piel verde de lagarto
o de corteza de árbol del desierto,
largas uñas minerales
que dibujan arcos de preciso sentir,
pies danzantes que aquietan
perplejidades,
saya que se mece como ramas
de tamarindo en flor.
Él dibujó las venas de las hojas
y la oreja del murciélago,
el copo de nieve y la estrella de mar,
el soberbio caballo
y sus propias facciones altivas.
Él es el arma en el corazón
de la batalla,
su compasión
cobijan a quienes se arriesgan por amor
o por un momento de visión.
Él es la visión.

Frisbee

El disco rojo flota
de mano en mano por la sombra
al borde de la arboleda.
La luna llena se asoma
entre los ramos.
Eh, tú, de perfil luciente
como el atardecer,
¡lánzame aquel de plata!

Asiento de atrás en el bus

Satisface mi pretensión
de representar la Gran Madre Tierra
quedar despierta y firme
mientras tú a mi lado dormitas
(para este fin eres forma
masculina perfecta y lúcida)
y en el otro lado ronca el desastre
de huesos secos y trapos hediondos;
tiene tu misma edad.
Al llegar saldré contigo,
querido, pero ahora
dos cabezas se recuestan sobre mí,
me sueño imparcial
y sostengo por las curvas y virajes
de la ruta al hijo escogido
y al aborto viviente.

Garuda con ángeles

¿Qué tenemos que ver con alas?
no las alas fijas de aviones
que nos elevan y extienden la tierra
como mándala bajo nosotros;
ésas pertenecen a otro orden de la memoria,
a ojos desencarnados.
Yo hablo de los arcos
de hueso y pluma.
No podemos pedirlas o merecerlas,
nos sorprenden y raptan
con su dulzura y poder
o nos envuelven en sueños.
Altísimas, no quieren gobernarnos.
Garuda desciende para servirle
a su señor pesado como barro
y el Ángel anunciante
se arrodilla frente a la Virgen,
padre desconocido de su hijo
y de la luz en todos nuestros hijos.

Om Bhur Bhuvah Svaha!

La tierra redondeaba las vidas,
el pequeño arco de luz
caía en tinieblas conocidas
para descansar en paz:
nuestra tierra de nieblas y barros,
de pelo brillante y plumas,
vientres saciados,
acoplamientos en lechos y bosques.
De la tierra brotó el deseo
como puente entre los seres
y surgió la voz que busca
persistir y ser esencia.
El paraíso es la dulzura de la tierra
siempre a punto de desbordarse
y los dioses tienen facciones
de terrenal sombra y claridad.
La tierra está condenada
y la nueva perspectiva sobre el futuro
parte de un punto casual
en el éter.
Así es más duro morir.
¿Cómo podría un alma estar tranquila
mirando girar sus viejos huesos
en un planeta chamuscado y mudo?

La bestia

¿No quedan rostros nuevos
detrás de las constelaciones?Te he buscado, hijo,
al límite del aguante
abarcando con mi vientre
desierto y hielo
pero la figura que vislumbro
no tiene perfil claro,
no arroja luz blanca.
El que ha de nacerqu- e nazca ahora y amén –
arrastra lodo en las patas
como raíces, la cara peluda
es constante en el hambre,
detrás de los ojos somnolientos
las fibras del cielo
van tejiendo sus armonías.

El templo en la represa de Krishnarajasagar

El cielo inmenso azul quemado
con una franja de nubes color polvo
se refleja en el agua inmóvil.
Un gavilán ve el montón de piedras negras
en el borde de la represa
y los seres que pululan alrededor;
se abalanza, son mujeres que vadean
hacia las ruinas; niños de dientes blancos
y rostro oscuro chapucean
en el agua turbia.
El gavilán vuela por la orilla,
la espuma que dejan las lavanderas,
las heces que hieden en la playa
no le dicen nada.
Una rana se esconde bajo una piedra
con las figuras esculpidas y borrosas
de dios y su consorte.

Badami

En el comienzo estaba la piedra
y la piedra erguida concibió
muslos y frentes y lóbulos de orejas
y los globos de ojos que se henchían
bajo un cielo radiante.
Los dioses cayeron a tierra como frutos maduros,
reventaron sus larvas como insectos alados.
Creciendo en su semejanza,
los hombres medían las piedras,
les daban forma y las apilaban
para que los dioses tuvieran casa.

Resplandor

La vista saca pieles
de la superficie de la tierra,
las enrolla, coagula, funde
para hacer cuerpos.
El suelo desnudo se yergue
con miembros flacos, leonados,
el viento los hace bailar,
sus ojos se forjan en el sol.

Mientras él no ve

Los jugadores se destacan muy blancos
sobre el campo verde
como garzas en un arrozal.
Él se precipita por la pista,
su brazo oscuro lanza la pelota
hacia el lugar del juicio.

Espalda erguida como zanca de potro,
huesos aleados con acero
y ojo de piedra oscura encendido,
él es la voluntad de la caballería.

¿Cómo puede estar siempre tan templado?
¿No podría plegarse un poco y sentarse en la grama
como un viejo bailarín, un dios viejo,
para no quebrarse.

El joven sacerdote goza del paseo.
Sentado a los pies de la estatua
hierática y plateada del dios,
rodeado de flores, se bambolea
con los tumbos del carro.
Mirando atrás desde las cuerdas tensas,
a la sombra de las cortinas
resplandece un hombro azul desnudo,
la mano ejecuta un arabesco,
el fino ojo brilla como un pez.

Las palabras de Mira y el sarangi

– anhelo de seda cruda –
trazan el perfil de su ausencia.
Tiene doce años. Sentado,
el hermoso rostro escondido
bajo el turbante con los colores del arco iris,
los ojos luminosos,
canta para sí mismo.


Rezando para que llueva

I

Se desnuda,
camina tropezando detrás del arado,
invocando lluvia para la tierra sedienta.
(Una vez, el hombre
la habría arado en la huerta
y las dos brotarían.)

II

Un hombre muere y su mujer
es atada a la hoguera,
sacrificio al cielo despiadado.
Bendita es la mujer,
le toca el destino más catastrófico;
su terror tiene ritmos,
pulsos que los tambores no tocan
en un día común
bajo pena de destrozo.
Esa gracia es demasiado oscura.
El olor de carne quemada
no ha conmovido al dios de la lluvia.

Últimos Ritos

para Rustom Bharucha

La viuda

Esta noche no debe terminar.
Al amanecer volarán palabras
en todas las direcciones, proclamando
su muerte y mi desgracia.
Ahora el tiempo se detiene,
las paredes de la casa
y los árboles detrás del patio
encierran espacio.

Los parientes políticos

Amarga era la malicia de ellos,
amargo es el gasto.
¡Que nadie desprecie la comida!

Los perros

Llega el cuerpo los pies hacia adelante
oliendo a aceite y descomposición,
se paran para voltearlo
y es nuestra señal.
Los dulces que nos tiran
saben a otra cosa.


El hijo

Quiero pensar en la solemnidad
de la muerte y los ritos que ensartan las generaciones
en un hilo irrompible
pero sé que todos esperan
que yo cometa un error.
Me tiemblan las manos.
El fuego agarra y ruge,
el cuerpo se estremece
como si aun estuviera con vida
pero el fuego ha entrado en mi cabeza
y consume el miedo.
Las flores de ceniza se abren
en mi corazón depurado.

El muerto

Los observé mientras fueron a la estación de trenes
y compraron mi boleto.
Creía que el viaje me iba a alegrar
pero lo único que siento, mirando
el paisaje, es una gran sed.
Me compran una taza de té
pero mis restos desecados
no lo pueden beber.

Pavia

¿Dónde se encuentra el arroyo
que cruzas entre tus dos mundos,
sacerdote astrólogo
cuyos pies sabios se bendicen
en casas de los electos,
colector de huesos
descalzo en los cementeros
visitador de estercoleros?

La familia india

Nunca terminan de nacer completamente.
Lazos con padres, abuelos, tíos,
hermanos, primos, parientes políticos
y todos los mayores de la tribu
mantienen su sangre circulando
en un circuito umbilical
y sus esperanzas nadando
ahogadas en la sangre.
Nunca tienen que estar solos.
La libertad para ellos se abre hacia adentro –
nada de danzar en el borde de un precipicio real
o explorar las mutaciones de la superficie de la tierra.
Sólo se pueden ejecutar
gestos establecidos.
Existirán personas que despiertan
cada día reconociendo su cárcel
y cada día la vuelven a escoger.
¡Qué coraje!

Diario

Rajarajeshwari

Alguien la vistió de flores
y le untó sándalo en la cara.
Sus labios abiertos ofrecen
una puerta al cielo,
ríe asombrada
por su propia gracia
y la falta que hace.

Pipul

Aves grandes, aves pequeñas
trazan las distancias entre puntos
en los ramos de la copa
y la población herviente de las hojas.
Alrededor del pie los pasantes
han dejado flores.

Mahashivaratri en Kanchuru

Saltan llamas en el hoyo,
los sacerdotes cantan y sudan.
Por un puente adornado con lámparas de aceite
como tortas de cumpleaños incandescentes
el dios deja su santuario.
Luces vivas parpadean en las flores
telas y pieles brillantes
ídolos y ojos.

Arunachala

La quietud del mediodía en las selvas
espera que pase alguien grande,
elefante o tigre
o dios ataviado con banderines.
En esta montaña agostada
hasta las piedras saben
que él ya caminó aquí,
y su plenitud zumba.

Veerapan

Todos los cuentos llevan
al bandido y éste es su territorio,
rocas y selva expectante.
Se siente ahora,
sus extremidades de doberman
y su corazón de hierro negro.

Mahakut

Una conflagración de lujuria de dioses
derritió su carne entrometida.
Hueso despojado tallado en los pilares,
tiene ahora la autoridad
de la última palabra.


Templo de Bhutanath

En el templo de los hechiceros negros
remolinos de felicidad aguda
se condensan y gotean.

Kalawwa

El misterio de la generación,
un pequeño fardo rectangular,
yace en su palma extendida.
Sus ojos de heroína trágica
lo bombardean con sus rayos.

Bylakuppe

Se agitan e hinchan banderines
tensos como velas
en el viento tropical;
chales tirados al aire
flotan y se posan como aves;
descansan gorriones en los pliegues
de brazos dorados.

Jodhpur

Los cubos de casitas azules
levitan sobre los cerros polvorientos
halando tras ellas las blancas.

Rezando a Shiva

Arrástranos dentro de la turbulencia,
destroza nuestros corazones rectos y aburridos
en las hélices afiladas
de tus muslos danzantes
y tus greñas.
Surca y arrasa los bulevares,
siembra ranchos entre los escombros
alumbrados por íconos eléctricos –
asesinos, estrellas caídas obesas,
tus agentes.
Cuerpos acuchillados y cancerosos,
apareados al azar,
atados a bombas, te ofrecen
su dolor y odio, su brillo
de glamour.
Te conozco y sigo adentrándome
en el remolino de las tinieblas.
No me quites todo, déjame
la luz azul de mis ojos
para buscarte.
Lo oscuridad se llena de destellos,
el sudor que gotea desde la torre empinada
de tu rostro y tus hombros
en lo alto, es luminiscencia,
es semilla.
Hazlo palabra y tendremos que oírla.
Que el caos recoja sus desechos,
se ponga al rojo vivo y haga brotar
nuevas posibilidades feraces,
nuevas lenguas.

Imagen tardía



Dushasana está tendido sobre el filo
rojizo a la luz de una luna hechicera,
sus faldas tiesas enmarcan el pico más alto
la teta de bruja.
Su cadáver se arrastró desde el campo de batalla
a mi jardín, multiplicándose asquerosamente
en una infestación de orugas
enormes gordas con antenas
negras rayadas de amarillo y rojo
con culos rojos esponjosos y rodillos
y fauces rojas mascando imparables.
Llamé los fumigadores
y los bichos cayeron como culebras de las matas
y murieron, pero seguían meneándose
dentro mis ojos y mi cabeza
como un virus electrónico
y en mis sueños volvían a pararse
y me embestían como batmobiles mutantes
o dictadores furiosos
o amantes que podrían ser asesinos.
Creía que Dushasana se había agotado rabiando
pero hoy bramó un toro en el otro lado del valle
y apareció en la esquina de la casa
ojos rojos cabello rojo traje rojo
negro y rojo untados en la cara
y estuve allí parado boquiabierto
mostrando los colmillos rotos
las entrañas rojas en las manos
y maulló desconsolado.
Ahora está acostado en el filo
y sus harapos rojos se deshacen en nubes quietas.
Vete, gusano muerto, con la noche.

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